¿Soy una bridezilla? 10 claves para averiguarlo
Si ves que todos a tu alrededor de pronto se alejan, quizá sea momento de preguntártelo.
Toda novia sabe que planear una boda es de las tareas más estresantes que pueden existir: implica ahorrar hasta el último peso, hacer miles de viajes para visitar lugares, pelearte con proveedores, hacer cuentas una y otra vez… Es por esto que muchas novias pierden la calma y se convierten en aquello que llamamos “bridezillas”: novias con tan mal humor que son capaces de destruir todo lo que se encuentre a su paso. Ahora te preguntas ¿soy una bridezilla?
¿Cómo puedes saber si eres sólo una novia nerviosa o si ya te convertiste en una auténtica bridezilla? Lee la siguiente lista y responde los puntos con sinceridad.
Quieres controlar todo
Tienes una idea muy clara de lo que quieres (demasiado clara, quizá). No quieres arriesgarte a que algo salga mal, y por eso decides controlarlo absolutamente todo: el salón, el vestido, la luna de miel, los recuerdos, el montaje, la comida… No concibes que tu boda no salga exactamente como te la imaginas.
Alejas a la gente que te rodea
De pronto, comienzas a notar que la gente más cercana a ti te evita. ¿La razón? Sin rodeos: la planeación de tu boda te ha puesto tan neurótica que prefieren no acercarse a ti. Así se evitan sermones y gritos “de a gratis”.
Peleas con tu novio cada dos segundos
Estás a reventar de la presión, y ¿con quién te descargas? Con él, por supuesto. Cualquier detalle, por más pequeño que sea, es motivo de pelea: que si no te está ayudando lo suficiente, que si se mete demasiado, que si no hace lo que le pides… Tu relación de pareja no está en su mejor momento.
No piensas en nada más que en tu boda
Todo el tiempo hablas de tu boda, estés en donde estés. No puedes despejar tu mente ni un segundo, y hablar tanto del tema ya cansó a tu novio y a tus amigas.
Dibujo: Lynn Brown Photography
Planeas gastar hasta tu último centavo en la fiesta
Los gastos del primer año de matrimonio son fuertes, pero eso ahorita no te importa: quieres tener una fiesta que impacte a todos, y para eso estás dispuesta a gastar todos tus ahorros y más. Ya después te preocuparás.
Nunca tienes tiempo para nada
La organización de tu boda perfecta te absorbe por completo. Ya no quieres salir con tus amigas, porque eso implicaría tener menos tiempo para ver ideas en Pinterest. Tu vida entera gira en torno de ese día… y las personas que te rodean lo están empezando a alucinar.
Vives comparando tu boda con las de otras personas
No disfrutas las bodas a las que asistes, pues estás demasiado ocupada en fijarte en cada detalle y compararlo con lo que habías planeado para tu boda. Desprecias las bodas porque “la tuya será mucho mejor”, o bien, te sientes pésimo porque temes que la tuya no salga igual de increíble.
No dejas que nadie opine
Tú sabes mejor que nadie qué es lo que quieres para tu gran día, ¿verdad? Lo tienes todo bajo control y lo único que esperas es que quienes te ayudan obedezcan tus órdenes… incluido tu futuro esposo.
Estás en una dieta peligrosamente estricta
El día de tu enlace debes lucir simplemente perfecta: ni una imperfección, ni un asomo de cansancio, ni un gramo de grasa de más. Ten cuidado, pues al no seguir un régimen saludable podrías descompensarte y obtener el efecto contrario: lucir tan desgastada como una momia. Aprende a cuidarte antes de tu boda y llegarás radiante y saludable.
Lo más importante: no disfrutas la planeación de tu boda
Estás tan preocupada por que todo salga exactamente como quieres que ni siquiera puedes disfrutar la organización de tu enlace. Ésta se ha convertido en una especie de tortura para ti. Pero, ¿qué sentido tiene tener una gran boda si la planeación será un infierno?
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